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Nuevo Laredo

Entre las chulas fronteras del Norte, Nuevo Laredo es especial, sí señor. Asentada al margen del Río Bravo, esta urbe tamaulipeca representa una de las puertas comunicantes entre México y Estados Unidos.

Por eso presume de ser la ciudad que recibe más visitantes por día que cualquiera otra de la frontera entre ambos países pues, según las estadísticas, Tijuana contabiliza un número más alto de entrada de vehículos, pero la mayor parte de ellos sólo pasan por la ciudad y no se quedan ahí.

La popularidad de Nuevo Laredo no es gratuita. Se debe, dicen algunos, a que se encuentra a dos horas y media de una de las 10 ciudades más grandes de Estados Unidos, San Antonio, Texas.

La pujanza de la vecina texana empuja a Nuevo Laredo a modificar constantemente sus estructuras sociales, aunque parezca que ni el tiempo la cambia. Su centro urbano sigue dando espacio a los vendedores ambulantes, aunque las tiendas crecen. Y su Puente Internacional se conserva cerca, tan cerca que puedes llegar caminando de un lado a otro de la frontera, desde el centro de Nuevo Laredo.

La población de Nuevo Laredo, 280 mil personas, ha duplicado a la del «viejo» Laredo, Texas, de 120 mil. Ambas ciudades siguen vinculadas cultural y económicamente, tanto que en el Laredo texano se celebran también las fiestas nacionales mexicanas y en Nuevo Laredo incluyen entre sus festejos los referentes a la cultura anglosajona. El Día de la Independencia de México y el nacimiento de George Washington, son festejados en ambos lados; las dos ciudades tienen un equipo de béisbol profesional, Los Tecolotes de los Dos Laredos, que juegan tanto en las ligas menores de México como de Estados Unidos.

La industria de la maquila tiene un papel fundamental en Nuevo Laredo, lo que significa para la ciudad ser uno de los centros de negocios más importantes de la frontera mexicana, junto con Ciudad Juárez y Tijuana. Esta industria es parte de una economía basada en importaciones y exportaciones, comercio de algodón, ganadería y turismo.

Y qué decir de su naturaleza, agreste y cálida al extremo en ese semidesierto del noreste de México. Qué decir sino lo propio: que el verano le dura nueve meses y en el breve invierno la temperatura llega a menos cero; que las lluvias son escasas y que el cielo veraniego es un manto totalmente azul por la ausencia de nubes, tan pleno de luz solar que hace que la noche llegue más tarde.